De nuevo, en la primera quincena del mes de septiembre aparece este tema recurrente, por rutina, porque está en la agenda de los medios de comunicación o, en el caso de GAC Psicología, para aportar unas ideas útiles para vivir y convivir mejor.

Empezamos por concretar de qué fenómeno hablamos. El término estrés procede de la física: “el resultado de una fuerza externa aplicada a un material, que puede deformarlo o romperlo”.

Son médicos fisiólogos quienes comenzaron a aplicarlo a las personas en el siglo XX, y hoy,  en las consultas GAC, sabemos que el estrés es un compañero de vida, indeseable pero presente en mayor o menor medida en nuestra vida, también después de unas vacaciones.

Desde GAC queremos compartir la experiencia de todas las personas en consulta que, con nuestra guía, han aprendido cómo hacerlo:

No te preocupes si notas angustia, dificultad para pensar y tomar decisiones, o irritabilidad: son reacciones naturales del organismo al cambiar el lugar donde estás, las personas, las actividades, la temperatura…. o lo que sea que haya cambiado en tu entorno en el periodo vacacional. Anticipa que estas sensaciones estarán presentes, pero irán reduciéndose si no luchas contra ellas pretendiendo eliminarlas.

Decide qué vas a hacer a lo largo del día y hazlo. Cuando te asalten pensamientos de otros temas pendientes o de problemas sin resolver, déjalos estar, no les des vueltas, no te pongas a ellos saltando de una tarea a otra, solo piensa “eso en otro momento”, “ahora sigo con lo que estoy haciendo”.

Cuando termines una tarea, dedica un minuto a regocijarte en ella, a disfrutar del resultado, aunque sea algo poco relevante.

Haz algo agradable para alguien con quien convives: una caricia, un comentario sobre lo que te gusta, un agradecimiento, lo que sea pero con alegría. De este modo, reduces la irascibilidad y ayudas a las otras personas a llevar mejor su propia situación de estrés.

Cuando percibas todo lo desagradable que hay a tu alrededor: maletas con ropa sucia o arrugada, polvo sobre los muebles, contraseñas o herramientas olvidadas, caravanas, aglomeraciones, personas quejándose o presumiendo de sus vacaciones,… no te centres en ello, es lo que destaca por el cambio que supone la vuelta. La vuelta a casa o a las actividades cotidianas también tiene muchos aspectos deseables, piensa en ellos: lo que te gusta de tu casa, tu trabajo, las personas con las que te relacionas, la educación de menores a tu cargo, el cuidado de los mayores, la atención psicológica, las actividades físicas,….todo aquello con lo que disfrutas. Y si no lo encuentras es el momento de pedir ayuda para cambiar.

Dedica un momento al comenzar el día, a mediodía y antes de ir a dormir a repasar todo lo bueno que tienes en tu vida, sonríe y te provocarás una reducción del estrés.

Planifica tu día, tu semana o tu mes, cuando no sientas las sensaciones relacionadas con el estrés, o después de haber terminado alguna tarea de modo satisfactorio.

Regresa de tus vacaciones cuando te vaya bien. Uno o dos días antes de comenzar las actividades cotidianas puede ser buena idea si has dejado tareas pendientes y necesarias para empezar el curso, el trabajo,….. De este modo podrás ir ajustándote de poco a poco, sin prisas ni horarios. Si regresas la noche anterior al día que comienzas, planifica y prioriza las actividades que vas a realizar. Y recuerda, regreses el día que regreses, cada día haz algo que te resulte placentero, focaliza tu atención en las cosas agradables, en los avances, en lo satisfactorio..... y a lo que no te gusta, dedícale tan solo el tiempo justo y necesario para resolverlo.

Para ayudarte te proponemos que practiques con esta sesión integral con relajación, atención consciente y meditación, si te cuesta empezar a dormir o volver al sueño tras despertarte durante la noche.

Si eres profesional y te interesa el tema del estrés puedes profundizar con: